Por Aliuska Barrios Leyva
El género, masculino o femenino, es una categoría construida social y culturalmente. Consiste en la asignación de roles y características que la sociedad impone a cada sexo, y que las personas generalmente aceptamos de acuerdo con el momento histórico, la cultura, la religión, entre otros aspectos, por ejemplo, pensar que la mujer debe ocuparse del hogar y el hombre del trabajo o que la mujer debe ser delicada y el hombre valiente. Esta categoría es susceptible de ser transformada porque no son asignaciones naturales como el sexo.
El enfoque de género permite reconocer la existencia de relaciones de jerarquía y desigualdad entre hombres y mujeres, expresadas en manifestaciones de subordinación y discriminación en las sociedades que parten de concepciones de género establecidas.
Romper el círculo de la violencia remite a desarticular y desmontar siglos de dominación patriarcal y remontarse hasta la cultura basada en la equidad de género y en el pleno ejercicio de los derechos humanos de las mujeres y los hombres.
Los esfuerzos para poner fin a la violencia contra las mujeres han recorrido un largo trayecto hasta llegar a formar parte de la legislación y de la institucionalidad democrática de varios países. En 1981 se celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, donde se decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, recordando el asesinato en 1960 de las hermanas Mirabal, víctimas de la tiranía del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
La cuarta conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing, en septiembre de 1995, constituyó un hito en los esfuerzos internacionales para mejorar el estatuto de la mujer y alcanzar la igualdad de género en el mundo, sin embargo, a pesar de ser un derecho reconocido en la mayoría de los países, se observan deficiencias en la aplicación de la norma.
En Cuba, en 1997 se creó el Grupo Nacional de Trabajo para la Prevención y Atención a la Violencia intrafamiliar coordinado por la Federación de Mujeres Cubanas e integrado por diferentes organismos e instituciones del país, por otro lado, la Constitución de la República establece la protección legal de la mujer y el código de familia lo contempla en sus postulados.
La educación sexista constituye también una forma de violencia, por ejemplo: a los niños se les prohíbe compartir determinados juegos con las niñas, se les definen los roles que tienen que desempeñar cuando juegan con ellas y se les limita la espontánea expresión de los sentimientos. En el caso de las niñas se les imponen modos de comportamientos que refuercen y estimulen la feminidad y la delicadeza
Valoremos que el principal obstáculo que enfrentamos en la eliminación de la violencia contra la mujer, es la supervivencia de dichos estereotipos en las mentes de muchas personas. Aunar voluntades es la premisa para ganar peldaños en esta sociedad en la que la igualdad entre hombres y mujeres es un objetivo esencial manifiesto en las políticas, programas y leyes.
Digamos no a la violencia, digamos no a la violencia contra la mujer.
jueves, 25 de noviembre de 2010
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1 comentario:
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