Desde pequeña aprendí a valorar a quienes detrás de un mostrador de una bodega de víveres o productos industriales, de una cafetería, o taller de servcios, protagonizan el día a día de nuestros campos y ciudades.
Mi mamá, ejemplo de trabajadora y excelente madre, laboró por más de 30 años en el sector del comercio. No fueron pocas las oportunidades en que la acompañé en sus menesteres, de ahí que domine el manejo de la pesa, las onzas, los gramos y kilogramos.
Siempre me he sentido orgullosa cuando alguien me reconoce por la hija de Raudelina, la dependienta, y no son pocos los que en reiteradas ocasiones me hablan de su trato afable y amabilidad con los usuarios, de las horas de labor en bodegas con numerosos núcleos familiares
A pocas horas de celebrarse el Día del Trabajador del Comercio, la Gastronomía y los Servicios, le expliqué a mi hija, el por qué de esta fecha, razones que también quiero compartir con usted.
El cuatro de febrero fue escogido para esta celebración en homenaje a Fernando Chenard Piña, trabajador de esta rama caído en el asalto al cuartel Moncada y nacido el 4 de febrero de 1919. Valiente hasta la temeridad, en una ocasión, Chenard llegó a su casa herido en la cabeza, luego de una manifestación contra el régimen. Ante la justificada preocupación de su hermana le dijo: “Si yo me salvo y esto se pierde, puedes ponerte luto por la Patria, si yo me muero y esto se salva, vístete de rojo, que ha triunfado la Patria”.
Fernando Chenard fue uno de los combatientes que se retiró con vida del Cuartel Moncada. Luego fue capturado por el Ejército de la dictadura y sometido a crueles torturas, hasta la muerte.
Felicidades a todos los que dignifican este sector en Cuba y en especial a mi mamá.
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