Tomado de Tiempo21
Miriam Smile Whilby es una mujer que no pasa inadvertida, aunque su 
personalidad transpira una proverbial modestia, sencillez y humildad.
Como el mejor de los reconocimientos recibe diariamente el saludo de 
personas desconocidas, pero que sabe son madres y padres agradecidos de 
alguno de los tantos niños que atendió como enfermera en las salas de 
pediatría del oriente de Cuba.
A sus 60 años de edad ella todavía tiene fuerza y muchas ganas de 
hacer por el bienestar de los demás. Ahora dedica casi todo tiempo a 
promover valores éticos y morales entre los trabajadores de la salud de Las Tunas.
A estas alturas no tiene ni la más mínima duda de que nació para 
servirle a la asistencia sanitaria y va estar ayudándole hasta que la 
vida se lo permita.
Bien sabe Miriam lo provechoso y hasta saludable y reconfortante que 
es trabajar. Tiempo suficiente para comprobarlo ha tenido en más de 
cuarenta años de interminable trajín en hospitales de Cuba, Irak y 
Jamaica.
En Holguín está marcado el inicio de su larga carrera, primero como 
auxiliar de enfermería en el Vladimir Ilich Lenin. Para Gibara fue 
cuando todavía se estrenaba en los quehaceres de la enfermería 
pediatrica y llegó a ser la principal responsable de su especialidad.
De allí salió para el desierto de Nassiriya en Irak en plena guerra, donde permaneció tres años como enfermera neonatóloga.
Fue muy duro, dijo, pero allá en las circunstancias más embarazosas, 
supo que la vida es lo más valioso y aprendió a estimar, al ser humano y
 a los niños por encima de todo.
A los pobladores de Mandeville, al Sur de Jamaica, también le tendió 
su mano de enfermera y su corazón de cubana solidaria. Entre ellos 
inesperadamente, encontró a su familia.
Durante la atención a una paciente con un accidente vascular 
encefálico, se percató de que ambas tenían el mismo apellido, hurgaron 
en su ascendencia y descubrieron que eran prima hermanas.
Ahora podría estar viviendo en aquella otra Isla del Caribe. Pero no 
quiso, tampoco en Canadá a donde fue en 1993 a hacer un curso que le 
otorgó la Organización Panamericana de la Salud y le llovieron las más tentadoras propuestas.
En la universidad de Winnipeg, la capital y la ciudad más poblada de 
la provincia de Manitoba, le ofrecieron miles de dólares, casa, carro y 
hasta esposo para que se quedara. Pero Miriam es demasiado cubana para 
eso.
Nada ni nadie pudo hacerle desistir de su Cuba con faltas y rigores, 
la tierra donde están sembradas sus realizaciones y el único espacio con
 la energía que Miriam necesita para lanzarse a conquistar renovados 
sueños.
miércoles, 2 de abril de 2014
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