Federación de Mujeres Cubanas

lunes, 16 de octubre de 2017

Historias cotidianas que no llegan a la pantalla

Publicado por: Yaicelin Palma Tejas


La maestra Coca tiene una historia de vida de película. (Tiempo21 /Foto de la autora).
Las Tunas.- Cuenta “Coca” que cuando vio la película cubana Conducta pensó que quizás el autor de este largometraje se había inspirado en ella para crear el personaje de Carmela, la maestra justa y comprometida con la educación de sus alumnos interpretada por la recientemente fallecida Alina Rodríguez.
La historia de María Izaguirre Cabreja, Coca, transcurre en un aulita de cuarto grado de una de las escuelas primarias de esta ciudad, capital de la provincia de Las Tunas.
Pero su Chala, a diferencia del de la obra de ficción, no tenía ni una madre ni un padre alcohólico y la economía familiar era tan buena que complacían todos sus gustos aunque su comportamiento no lo hiciera merecedor de tales beneficios.
Acostumbrado a ser el señor todopoderoso de su grupo, este niño de nueve años llegó a enfrentar a la nueva maestra en el primer día del curso con un porte y aspecto que rompían completamente con los cánones establecidos por el Reglamento Escolar.
La maestra, que en sus casi cuatro décadas dedicadas al magisterio no contaba todavía ningún revés en la batalla diaria de formar correctamente a sus alumnos, enseguida le hizo frente a la situación y prefirió dar su primera clase con un niño de menos, con tal de que regresara al día siguiente con el traje de pionero puesto.
Pero la equivocada pretensión de los padres de creer que la educación de sus hijos depende del dinero que invierten en sus caprichos, y que haciendo lo que ellos quieren lograrán formar a personas de bien, con valores y virtudes, cegó totalmente a los progenitores del protagonista de esta historia.
 No cumplieron con lo requerido por la maestra y la tildaron de exagerada y extremista por tres días consecutivos. La rivalidad parecía no terminar hasta que finalmente una de las partes, en este caso los padres, cedió porque «con Coca no se podía».
Entonces comenzó el largo camino de la reivindicación. Cuando ya la maestra había ganado el amor y el respeto de su alumno, cuando ya el aula de cuarto grado había logrado la uniformidad y la disciplina de todos sus componentes, otra noticia rompió con la tranquilidad.
Aquel niño por el que ella casi pierde la paciencia, debía ser trasladado a la Escuela de Formación Integral Alberto Arcos Luque de la provincia de Las Tunas, porque en cursos anteriores había mostrado alteraciones en la conducta que lo llevaron a violentarse con sus compañeros.
Una vez más Coca salió a la batalla, pero en esta ocasión lo hacía en defensa de uno de sus hijos, y como para no perder la costumbre nuevamente salió victoriosa.
Cuenta Coca que su Chala fue uno de los mejores de su clase cuando se graduaron del sexto grado; que lloró la partida de su escuelita primaria porque eso implicaba separarse de la mujer que se había convertido prácticamente en su abuela, pues no solo lo había educado a él, sino también a sus padres que estaban necesitados de algunos consejos básicos sobre como el de criar a su hijo.
Hoy la versión adolescente de aquel niño de nueve años no puede contar su historia de cómo llegó a la universidad sin nombrar a la maestra Coca, porque un buen docente, aquel que vea como suyos a sus alumnos, que se consagre en la hermosa pero difícil tarea de educar, que esté convencido de que de él depende el futuro de su país, y que logre ver aquello que es invisible a los ojos, se volverá sin dudas indispensable para la sociedad.
Las familias de cada niño que fue moldeado con el amor de María Izaguirre, o mejor dicho, de la maestra Coca, ven en ella no solo a la docente, sino también a un profeta que pocas veces se equivocaba cuando alertaba a los padres sobre el futuro profesional de los pequeños.
Aunque dice un refrán popular que cada maestro tiene su librito, por suerte para el sistema educacional cubano en esta isla caribeña existen miles de maestras y maestros como Carmela y Coca, quizás no con la misma metodología para enseñar, pero sí con igual afán.

Los niños de María Nieves



Maria Nieves Legrá es una maestra que ha dedicado 53 años de su vida a la docencia y son cientos los niños que ha ayudado a formar como hombres y mujeres de estos tiempos.
Desde hace ocho años María Nieves se desempeña como maestra en la escuela especial Luis Augusto Turcios Lima, de la capital de la provincia de Las Tunas, una enseñanza que ha calado hasta lo más profundo de su ser, porque educar a niños con problemas de diferentes tipos es un acto de amor que cada día hay que alimentarlo.
Lo de maestra le viene desde niña, cuando su mamá enseñaba a leer y a escribir a vecinas de la Cuba anterior al triunfo de la Revolución y tal parece que aquel amor con que su madre acogía una tarea voluntaria le fue definiendo su futuro a pesar de su corta edad.
A María Nieves lo que más le place es ver cómo los niños aprenden y ella los lleva a todos de la mano por el camino de la enseñanza, y aunque unos se adelanten más que otros ella trabaja con todos por igual.
«Alegría a mí me da cuando mis niños aprenden, y disfruto cuando uno de mis grupos de alumnos ha vencido todos los objetivos», dice y sonríe mientras su mirada va de un lado a otro para despejar cualquier lágrima de felicidad que se aventure a salir, y acude al llamado de uno de sus alumnos que tiene duda en una tarea.

Sobre las huellas del magisterio cubano



Las Tunas.- Como en otras ocasiones ha demostrado, su juventud no le impide asumir retos que requieren de la máxima responsabilidad, y menos cuando le viene en la sangre el don de la enseñanza.
Apenas con 19 años, en el segundo curso de Ingeniería industrial, Katerine Cabreja García integra por primera vez el destacamento juvenil de la provincia de Las Tunas, que encabeza la tarea de impacto Educando con amor, con el objetivo de enfrentar el déficit profesoral en Cuba.
«No hay nada que temer», dijo a Tiempo21 esta joven a la que no le vaciló cuando supo que sus días serían más ocupados, que tendría menos tiempo para el descanso, que debía mantener a la par la constancia de su carrera y du su nueva misión, y que comenzaría una vida laboral alejada de su perfil profesional.

¿Tuviste el apoyo de tu familia cuando tomaste la decisión de incorporarte a la tarea de impacto para el apoyo de la docencia en tu provincia?

«Sí. Convencer a mis seres allegados fue muy fácil porque la mayoría de ellos pertenecen actualmente al magisterio, y siempre me inculcaron desde muy pequeña el amor y el respeto por esta vocación tan imprescindible para el desarrollo de cualquier sociedad.
«En el momento en el que nos convocaron para asumir el reto estuve muy dispuesta, porque creo que esta experiencia me hará crecer profesionalmente y me dará la oportunidad de contribuir a la formación de niños y adolescentes».

Además de tu familia, ¿qué otros paradigmas tuviste para acatar esta encomienda?

«Cuba siempre ha sobresalido por su tradición en la pedagogía con ejemplos de evangelios como Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí, y yo, como el resto de mis compañeros, trato de seguir esa línea que ellos trazaron para, como mínimo, lograr cumplir con mi compromiso que es garantizarle a los estudiantes de secundaria básica una certera educación.
«Además, soy heredera de los ideales de Fidel Castro y el Che Guevara, por lo que está impregnado en mí el sentimiento de solidaridad que caracteriza a todo el pueblo cubano».

¿Cómo te proyectas tu vida estudiantil y profesional a partir de ahora?

«El reto es complejo porque no puedo descuidar mis estudios de la carrera con esta nueva tarea para la que hay que prepararse mucho también, pero me siento lista, capacitada, y además cuento con el apoyo del claustro de profesores de la escuela donde me ubicaron y con el Consejo de Dirección Provincial.
«Soy joven, y como joven me siento con el espíritu y el carácter para asumir dos responsabilidades al mismo tiempo, sin que una se vea afectada por la otra».
Todos los miércoles Katerine Cabreja García recibe junto a sus compañeros la preparación metodológica que necesita para adiestrarse en el magisterio, y enfrentar día a día el proceso docente educativo en las aulas tuneras.
No por gusto siempre se insiste en Cuba que el futuro es infinito, porque cada mes, cada año, en todos los tiempos, nacen jóvenes con empuje, con carácter, con convicción que ponen allá, bien alto el prestigio de la organización juvenil más longeva: la Federación Estudiantil Universitaria.

Mujer, protagonista de una Revolución


El quehacer de la Federación de Mujeres Cubanas es determinante para su protagonismo, con incontables logros que demuestran los derechos de las cubanas.
Esta organización sostiene su labor además desde el programa familia-escuela-comunidad, una labor activa para contribuir a la atención de casos sociales, núcleos disfuncionales y jóvenes con problemas conductuales, para su posterior reinserción social.
Desde hace 57 años se constituyó la Federación de Mujeres Cubanas, una organización que hoy demuestra su función a partir del desarrollo social y productivo de las femeninas cubanas, que ratifica un frase del líder Fidel Castro: «La mujer es una Revolución dentro de la Revolución».