Por Maira Castro Lora
Las Tunas.- Casi cinco décadas pasaron cuando se acogió a la jubilación, pero en el  dos mil el Comandante en Jefe Fidel hizo el llamado a los educadores a reincorporarse a las aulas, ante la necesidad de cobertura docente.
Ahora suma otros 16 años a su trayectoria, pero con la relevancia de 
 cumplir ya 80 años este 22 de julio, fecha de su natalicio en la 
provincia de Matanzas, lejana en el tiempo para quien ha devenido una 
tunera más.
Y es que para esta profesión de amor, María Elena Díaz Suárez ha 
tenido la inspiración en el líder histórico, a quien felicita por su 
cumpleaños 90. De su inclinación hacia el magisterio solo la apartó 
temporalmente el cierre de la escuela del Hogar donde estudiaba, durante
 la etapa insurreccional contra la tiranía batistiana.
A partir de entonces incursionó 12 años en la enfermería, hasta que 
al triunfar la Revolución llegó el primer llamado de Fidel y retomó a su
 formación pedagógica, incluso con dos años compartiendo labores muy 
sensibles; como define ella, la enfermería que cura el cuerpo, y la 
educación que moldea el alma.
«Son dos profesiones de vida, me siento orgullosa de haber 
contribuido con las dos. Tuve casos de niños nacidos en la clínica 
Loreto que atendí a sus madres cuando nacieron, incluso algunos que les 
abrí hasta las orejas, y luego los encuentro en un aula de quinto 
grado».
Para ella el trabajo con niños y jóvenes es algo que la llena 
diariamente porque son los más agradecidos, y tiene un valor 
extraordinario el hecho de poder contribuir con el esfuerzo y dedicación
 a su formación futura.
Tiene otras satisfacciones al haber contribuido a la preparación de 
muchos docentes noveles, y de trasmitir la ética pedagógica, durante el 
ejercicio de cargos como directora alrededor de 20 años en el centro 
escolar «Mártires del 28 de diciembre, y antes en la labor sindical».
A esta consagrada pedagoga la honran reconocimientos como la Orden 
Frank País de Primer y Segundo grado, el Premio del Ministro, la medalla
 Hazaña Laboral, la de Alfabetización y la José Tey, así como la 
Distinción por la Educación Cubana, las más alta del sector  
Educacional.
Con ocho décadas a cuestas no se concibe fuera de la escuela. «A 
veces me preguntan hasta cuándo, y digo es una pregunta que no la puedo 
contestar, mientras me sienta con fuerza, aunque ya el andar es lento la
 memoria todavía da».
«Pienso que aún podemos dar un poquito más, ya sea reincorporada o 
desde el momento en que no podamos seguir por la causa que sea, pero sí,
 el maestro siempre puede aportar hasta los últimos días».
El mensaje de agradecimiento especial es para la Filial Provincial de la Asociación de Pedagogos de Cuba,
 a las tres hijas –una de ellas adoptiva- por el apoyo que le han dado 
para poder continuar, a los compañeros de trabajo,  y  «a mi escuela, 
como digo mi hogar».
sábado, 27 de agosto de 2016
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